miércoles, 11 de febrero de 2009

HORNOS, PINTURAS, DIBUJOS Y POEMAS

"ENTRE LIRIOS Y ESPINAS"



Hornos, pinturas, dibujos y poemas
Silvina Sterin Pensel
2009-02-01
El Diario NY



Nueva York/especial para edlp.


— Francisco Fuentes González era apenas un niño de unos cinco años cuando estalló la guerra civil en El Salvador, el conflicto entre las Fuerzas Armadas Salvadoreñas y la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional que desangró al país desde 1980 a 1992. El no entendía en aquél entonces el porqué de tanto odio y en su Morazán natal conservaba como podía su inocencia. “En casa se veían a menudo balas perdidas porque vivíamos muy cerca de una trinchera militar y al ver las lucecitas yo creía que eran luciérnagas”, cuenta Francisco de aquella guerra a la que tampoco encuentra sentido ahora en su adultez.
Esta confrontación armada que, entre muertos y desaparecidos, se calcula dejo 75,000 víctimas, no era el centro de conversación en su hogar; el tema se evitaba, pero la tensión se sentía. Francisco dibujaba como una forma de sacarse del cuerpo el miedo, el horror y la impotencia. “Dibujaba en donde podía, hasta en las paredes. En mi niñez el arte se convirtió en un refugio, un lugar seguro y cuando comencé la escuela estaba feliz porque pensaba que allí me enseñarían a pulir mi forma de dibujar; no me interesaba ni leer ni escribir, quería pintar y dibujar”. Después de la muerte de su padre -quien no veía con muy buenos ojos que su hijo persiguiese un destino como artista- pudo concretar su anhelo de inscribirse en una academia de arte.
El paso dio sus frutos. Oleo, témpera, acuarela, carbonilla; con todos esos materiales Francisco traslada a sus pinturas los encuentros entre las montañas y el cielo de su querido Salvador, los colores de sus pájaros y la idiosincrasia de su gente. “Fragua” es la firma que estampa en sus pinturas, caricaturas y poemas. Pero vivir del arte es un privilegio al que sólo acceden unos pocos y Francisco lo sabe bien. De todas formas, aunque le cueste más esfuerzo se las ingenia para mantener viva su vocación. “Siempre he tenido trabajo pero paralelamente siempre está mi pasión por crear; no la abandono nunca. Aunque esté cansado después de un día agotador, me las rebusco para dibujar o escribir”.
Aquí en Nueva York, ciudad a la que llegó hace tres años para “coquetearle a los americanos”, Francisco se empeña en que sus variadas formas de ganarse la vida –primero como empleado de un lavadero de carros; ahora encendiendo los hornos de una fábrica de postres- convivan con su faceta artística. “El trabajo es duro porque estoy a temperaturas excesivamente altas y luego salgo a este frío polar y el contraste es tremendo,” comenta. Pero no importa cuán cansado esté, siempre que llego a casa me pongo a pintar. Ahora estoy con un retrato de Obama al óleo”.
Pintar, dibujar y escribir es un antídoto que Francisco utiliza para hacer que la nostalgia duela menos. “La Patria que extrañamos” es un poema que escribí el 31 de diciembre. Estaban todos divirtiéndose y tomando, pero como yo no tomo me encerré en mi cuarto solo y ahí me atrapo, empecé a extrañar”. El humito del café cuando nos levantamos/La puesta del sol cuando el día muere /El himno nacional que allá ni siquiera cantamos/Oírlo aquí, es un puñal que nos hiere, dicen algunos versos.
Francisco asegura que Nueva York le ha brindado muchas oportunidades. Es aquí, en Long Island, que un periódico comenzó a publicar sus caricaturas que explica “me permiten reírme hasta de aquellas realidades que no nos gustan tanto. Hago caricaturas de temas sociales o de personajes como Chávez que siempre es noticia”. También aquí, --con la ayuda del dueño dominicano de la fabrica donde trabaja- publicó su libro “Entre Lirios y Espinas”, una compilación de poemas y 23 caricaturas que piensa presentar próximamente en el Consulado de El Salvador.
La Gran Manzana también le dio un grupo de artistas amigos, Ikarus, con los que comparte su pasión y algo más. “Somos todos inmigrantes así que además de exhibir nuestra obra enfrentamos las mismas dificultades y nos entendemos mejor que nadie. Hacemos arte pero también hacemos catarsis”, comenta sobre este grupo integrado por escultores, pintores y artistas de Latinoamérica.
Son todos esos logros los que le permiten a Francisco, 34, llevar mejor la distancia de su pequeña hija a la que dejó cuando tenía 8 meses y los que justifican las penurias de haber llegado aquí a través de la frontera viviendo situaciones que lo marcaron a fuego. Quizás inspirado en aquello que vio, se embarcó en dos nuevos proyectos: “El otro calvario”, una pintura donde se ve a Jesús cruzando el desierto con un inmigrante en los brazos y “La agonía de un inmigrante en 28 días,” un libro donde cuenta su llegada a este país. “Quiero que en un futuro, cuando mi hija sea grande, sepa lo que me costó venir aquí y cómo fue la travesía”.


http://www.impre.com/eldiariony/noticias/comunidad/2009/2/1/hornos-pinturas-dibujos-y-poem-106580-1.html

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