Existe desde la dictadura del general Maximiliano Hernández Martínez un acuerdo no escrito dentro de la derecha salvadoreña: ningún presidente deberá perpetuarse en el poder. El candidato es el partido, no una persona.
Cuando este acuerdo político se intento violar, aduciendo diversas razones como las intenciones reeleccionistas de Salvador Castañeda Castro o, carismas arrolladores como el de José María Lemus. Terminaron con consejo revolucionario de gobierno el primero y, con junta de gobierno el segundo.
Otro párrafo interesante sobre como los ojos se les vuelven amarillos a los ex presidentes, viene dado por Julio Adalberto Rivera, fundador del PCN, quien creyéndose el líder que las masas adoraban, y por haber sido algo así como un presidente con sentido humano, creyese con el legitimo derecho a co- gobernar con su sucesor: Fidel Sánchez Hernández. La forma en que se resolvió este nuevo impasse fue: “invitando” a salir del país al ex presidente Rivera. Maneras exóticas las nuestras de resolver las cosas.
Todos estos presidentes fueron elegidos candidatos debido al resultado por consenso dentro de la clase dominante, considerados los apropiados para cada momento eran maquillados, adornados e instruidos de cómo y por cuánto tiempo debían gobernar. Luego de este consenso, natural para la época, se los presentaban a la población como candidatos “únicos” en el literal sentido de la palabra. Siempre ganaban.
Ninguno salió de un espontaneo deseo de las masas, si luego se hicieron populares dentro del pueblo, fue más por la forma de trabajo del aparato del sistema, donde un multidisciplinar grupo de intelectuales y profesionales elaboraban proyectos de nación; que por iniciativas personales. Nadie quería tener otro Maximiliano Hernández Martínez en casa presidencial que, creyéndose el líder de las masas, el ungido de Dios para guiar al pueblo, se le ocurriese la idea de eternizarse en el poder.
La construcción de la egocracia
Dice Jorge Bustamante en una entrevista para el faro, que él comenzó trabajando en radio haciendo cosas como: limpiando discos, mandadero, son, los define: gajes del oficio. Y en efecto los que de alguna manera hemos estado en contacto con el medio radial sabemos que se empieza de pato.
Lejos esta Antonio Saca de esa etapa de su vida de aprendiz de locutor, y menos de aquel estudiante del CCC que viajaba en autobús. Aquella sencillez es blasfemia. Pero siempre el pasado está vigente dentro de nosotros. El cine es la muestra palpable de que el pasado, no solo se puede ver otra vez, sino que además allí está. Lo interesante del cinematógrafo es que aunque la película sea del periodo paleolítico, cuando se exhibe es en presente. Siempre será en tiempo presente. El ser humano es tan dado a las regresiones.
LPG en su página 22 de la edición del viernes 16 de abril, en la nota titulada: invita a ex presidentes a participación activa. Nos arroja una idea de lo que pretendo reflexionar en este artículo. Dentro de la nota rescatamos la siguiente idea dicha por el ex presidente Saca: el cargo de presidente es vitalicio.
Antonio Saca sin saberlo, porque dudo que sepa de historia nacional y, por ello sostengo se equivoca, está cometiendo los mismos errores de los ex presidentes salvadoreños antes mencionados. Un amigo me porfía, y me dice: Saca y GANA desean ganar; no le digo: desean vengarse, por eso tienen fuerzas. No solo rompen el pacto histórico nacional que derroco a Hernández Martínez, sino además para lograr este quiebre están dividiendo a la derecha; el plan final es destruir ARENA, el partido que les dio la fama y gloria de la que ahora hacen gala desde GANA. No hay museos para las malas acciones.
El que se ensalza será humillado
Desde GANA se nos quiere hacer creer a la derecha salvadoreña que son la carroza del Divino Salvador del mundo, exactamente en el momento de la transfiguración. GANA se nos revela la purificación de la derecha nacional; algo dan de beber allí que después de jurar adhesión a GANA, todos los pecados son borrados. Todos los anti democráticos, prepotentes, arribistas, ególatras, conspiradores, hacedores de guerra sucia, son: sílfides libres de pecado. De GANA al cielo.
Cuando se hereda algo, igual se hereda la deuda. Muchos ganistas son, quiéranlo o no, responsables de los desmanes y abusos que acusó el pueblo a ARENA y, por los cuales castigo a dicho partido en el 2009. No son honestos. Para ser la nueva derecha les hace falta ideología. Y para escribirla se necesitan filósofos no publicistas.
Interesante es citar aquí las palabras –entre otros serios señalamientos- de Terry Karl sobre Roberto d´Abuisson, en entrevista concedida en el faro: Roberto d’Aubuisson era un tipo ideológico. No tenía ningún interés en el dinero, de la forma de la corrupción que se veía en Arena después. Yo sé que hubo una discusión en Estados Unidos para tratar de comprarlo, de darle uno o dos millones de dólares y mandarlo a Miami a vivir feliz de la vida, pero él nunca iba a aceptar eso. Adelante acota: él era un nacionalista salvadoreño.
¿De cuantos en GANA se puede decir lo mismo? Todos allí tienen un salario, están asegurando puestos en el gobierno para sus familiares, prometiendo a futuro. Que se entienda desde la primera hasta la última letra: ARENA no es lo que fue; -se han construido muchos dioses con pies de barro-; la derecha no necesita injertos, ser replantada es la absolución y su salvación; pero igual como la misma Terry Karl lo sostiene: existe gente decente con otra visión de país dentro de ARENA.
Mi profesor de marxismo en la universidad me explicó en una ocasión, como según él entendió aquello de la conciencia de clase. Me confió que estaba relacionado con encontrar nuestro lugar en la vida, en la tierra. Una vez que lo hemos encontrado podemos quedarnos a vivir en el. Estar seguros de que en ese espacio nos sentimos cómodos. Y por eso no nos movemos ya de allí. Lo mejoramos o reparamos, lo pintamos cada verano, podrá ensuciarse –se limpia- pero nos sentimos bien allí.
Las cosas no se mejoran desde afuera, esa posibilidad es certera desde adentro. GANA le aplico a ARENA la misma idea que la derecha tenia contra Cuba; por eso a largo plazo ese proyecto político terminará. La enemistad no destruye la enemistad.
No somos éticos por no hacer o hacer, sino por las decisiones que adoptamos. Que no es poco.
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