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Brasilia, 31 dic (PL) La presidenta electa de Brasil, Dilma Rousseff, asumirá mañana la conducción de este inmenso país suramericano y enfrentará así el gran reto de suceder al popular y carismático Luiz Inácio Lula da Silva.
La economista de 63 años, divorciada, con una hija y un nieto, nació en Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais. Rousseff es hija del inmigrante búlgaro Petar Rusev (convertido aquí en Rousseff) y de la maestra Dilma Jane da Silva.
Su trabajo fue consagrado durante el gobierno del presidente Lula como ministra de Minas y Energía y como ministra-jefe de la Casa Civil desde 2005, puesto donde tuvo bajo su mando las principales acciones del poder ejecutivo.
Dirigió el Programa de Aceleración del Crecimiento, así como los proyectos sociales Luz para Todos, Mi Casa, Mi Vida, y definió las reglas para la exploración y explotación de los enormes yacimientos de petróleo y gas hallados en el mar frente a la costa atlántica en aguas ultraprofundas, debajo de la capa de sal.
Dilma participó desde muy joven en los movimientos de resistencia a la dictadura militar (1964-1985), fue detenida en Sao Paulo y estuvo presa tres años. Tras ser liberada, en 1973 fue a vivir en Porto Alegre, capital del estado de Río Grande do Sul.
En la Universidad Federal de ese territorio concluyó los estudios de Economía y a finales de la década de 1970 luchó por la amnistía para los brasileños que habían perdido sus derechos civiles, y fueron perseguidos y expulsados del país por el régimen militar.
En esa época y con su entonces esposo, Carlos Araújo, ayudó a fundar el Partido Democrático Laborista (PDT) de Río Grande do Sul, del cual fue militante activa, al lado de figuras históricas de la política brasileña, como Leonel Brizola.
Participó en el movimiento llamado Diretas Já, considerada la mayor movilización civil de la historia reciente brasileña, la cual culminó con el regreso de la democracia en 1985. Un año después, ocupó la Secretaría de Hacienda del municipio de Porto Alegre.
En 1993 asumió la Secretaria de Minas, Energía y Comunicación del estado de Río Grande do Sul, durante el gobierno de Alceu Collares y ratificada en ese mismo puesto en 1998 por el gobernador Olívio Dutra.
Rousseff ingresó en el PT en 2001. Un año después, al ser electo presidente, Lula la nombró ministra de Minas e Energía, cartera desde la cual reestructuró el sector eléctrico.
En 2005, la eficiencia de Rousseff ya era ampliamente reconocida tanto dentro como fuera del gobierno. El presidente Lula la puso al frente de la Casa Civil y, por consiguiente, de la coordinación del trabajo de todos los ministerios.
Su trabajo fue reconocido por la coordinación del Programa de Aceleración del Crecimiento, un conjunto de políticas económicas que ha priorizado las inversiones en infraestructura, como saneamiento, viviendas, transporte, energía y recursos hídricos.
Rousseff lanzó programas estratégicos como Mi Casa, Mi Vida, que prevé la construcción de un millón de casas para beneficiar a los brasileños de menos recursos.
Por su destacado desempeño en el gobierno y sus méritos personales, Lula la escogió para ser la candidata del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) para sucederlo en el cargo por considerarla la persona idónea para continuar los programas y las políticas de su administración.
De ahí la enorme responsabilidad de Rousseff al subir mañana la rampa del Palacio de Planalto y recibir de manos de Lula la banda presidencial que la convertirán en la primera mujer presidente de Brasil.
Por lo pronto, el 70 por ciento de los brasileños confían en que hará un excelente o buen gobierno, de acuerdo con la encuesta del Instituto Sensus sobre las expectativas sobre la administración Rousseff.
asg/ale
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