Poco a poco se dan a conocer los detalles del compromiso alcanzado por la "Banda de los 8" senadores en materia de reforma migratoria. La mayoría de los responsables de la negociación han dicho que no estarán dispuestos a negociar detalles y que media vez se haga publico el texto de la legislación esperan aprobación rápida. Está por verse. Lo que nadie niega es la disyuntiva histórica en la que se encuentra el partido republicano en este y otros asuntos sociales.
Hablemos un poco de los detalles que se conocen de la negociación. La semana pasada se filtró que no todos los inmigrantes indocumentados tendrían oportunidad para normalizar su situación. Además de los antecedentes criminales, los "negociadores" han puesto el 31 de diciembre del 2011 como fecha límite de entrada al país para poder acogerse a los beneficios de la potencial reforma. Adicionalmente se conoció que los legisladores republicanos están interesados en cerrar la puerta a las peticiones de hermanos de ciudadanos con el fin de expandir el número de visas y peticiones para profesionales e inversionistas. Es irónico que el partido que se autoproclaman como los defensores de los valores familiares pondere los intereses económicos sobre la reunión familiar.
Otro de los pormenores filtrados ha sido la intención republicana de alargar el tiempo requerido para que un residente permanente pueda aplicar a la ciudadanía. Reportes indican un rango de 10 a 15 años lo que un mínimo duplicaría el tiempo. En el peor de los casos los triplicaría. Y es ese tipo de propuestas las que levantan mayor número de suspicacias. ¿Por qué hacer el trecho más largo para los residentes?
¿Qué hay detrás de esa postergación?
Estudios y más estudios concuerdan que la reforma migratoria traería un efecto económico positivo al país. De los más recientes se encuentra el publicado por la organización American Action Forum el cual proyecta que una reforma migratoria pudiese significar hasta un punto porcentual de crecimiento en el corto plazo, incrementar los ingresos per capita anuales de toda la población estadounidense en $1,500 y reducir el déficit federal cumulativo en más de $2.5 billones (trillones en la escala numérica utilizada en Estados Unidos).
¿Entonces? Sin rodeos, las razones son políticas; mera aritmética electoral. Basta ver las dos últimas elecciones presidenciales para darse cuenta que el partido republicano no ve con buenos ojos que más de 8 millones de hispanos (cerca del 70% de los inmigrantes beneficiados por posible reforma) logren su ciudadanía lo más pronto posible porque eso disminuye sus posibilidad de llegar a la Casa Blanca. El presidente Obama se llevó cerca del 70% de los votos hispanos en el 2012.
El problema republicano es que la base del partido y sus principios son incompatibles y están en conflicto con los principios progresistas e incluyentes enarbolados por los hispanos. A pesar de los intentos del líder republicano Reince Priebus, la retórica y políticas públicas promovidas por sus partidarios en las legislaturas estatales y de muchos de sus representantes a nivel federal dejan al descubierto los verdaderos sentimientos de la base republicana en referencia a los grupos minoritarios.
Así el partido republicano enfrenta la disyuntiva migratoria con dos opciones: Si los republicanos votan por aprobar la reforma migratoria, están de hecho facilitando el acrecentamiento del partido demócrata y por lo consiguiente haciendo más difícil su retorno a la Casa Blanca y a muchas oficinas importantes en las capitales estatales. Si no la apoyan, entonces, estarían haciendo (más) evidente lo que la mayoría de hispanos y resto de votantes progresistas ven: la propagación de una agenda en contra de los grupos minoritarios residentes en Estados Unidos.
La reforma estructural del partido republicano dejo de ser un sueño y un deseo; dada las opciones que se presentan es una necesidad para su supervivencia.
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