El verso libre ha sido definido por Quilis (1969) como una ruptura casi total de las formas métricas tradicionales y cuyas características principales son la ausencia de estrofas, ausencia de rima, ausencia de medida, ruptura sintáctica de la frase y el aislamiento de la palabra y Gayol (1962) se limita a decir que el verso libre es aquel que no rima y que recibe también el nombre de verso suelto o blanco. López (1969) al referirse a la poesía nueva (verso libre) acota lo siguiente: El poema nuevo, al desligarse del rigor en la medida del verso y de la rima y también de las estrofas comunes, establece el centro de gravitación rítmica en el conjunto de la obra entendida como una unidad poética. En consecuencia, el poema no cuenta como una sucesión de versos perfectos, de rimas logradas, de estrofas pulidas, sino que extrae de sí mismo, de la fuerza interior, desarrollada por los elementos que integran el conjunto, la ley de cohesión rítmica como manifestación creadora (López, 1969: 18).
Los sistemas métricos han sido desplazados con las innovaciones introducidas en la poesía actual. Tanto Quilis (1969) como López (1969) acotan que el verso libre se caracteriza por romper con los elementos de la poesía tradicional: medida, acento y rima. Idea que es reforzada por Paz (2003) quien sostiene que el verso libre no se subordina a las formas tradicionales y que el lenguaje se inclina hacia la emoción del poeta. Además de ello, se basa en el ritmo interno del poema. Las primeras modificaciones métricas que se dieron en el castellano se remontan al siglo XVI cuando Boscán y Garcilaso de la Vega, importaron las innovaciones introducidas por Petrarca en el verso italiano y las adaptaron al verso castellano.
Posterior a esto, entre los siglos XVII – XIX, los poetas ensayaban prescindir de la rima. Entre los que buscaban este cambio formal podemos mencionar a Esteban Manuel de Villegas, Jovellanos, Meléndez Valdez, Leandro Fernández de Moratín, Martínez de la Rosa, Marcelino Menéndez y Pelayo (Gayol, 1962; Alonso, 1975). Según Utrera (2001) y López (1969) el verso libre tiene como referentes a Whitman y a los simbolistas franceses. Estos autores plantean que el versolibrismo europeo tiene como base el núcleo francés de Baudelaire, Verlaine, Rimbaud o Mallarmé en sus manifestaciones iniciales, a finales del siglo XIX.
Como ha quedado establecido el verso libre encontró en Whitman y en los simbolistas franceses a sus mejores aliados. Sin embargo, su divulgación inicia –en el caso de la poesía escrita en español- con el modernismo y posteriormente, con los istmos de la vanguardia logra su máximo esplendor. Es precisamente, el poeta boliviano Jaimes Freyre a quien se le reconoce como el primer versolibrista en español en la América Hispana y a él se sumarían José Asunción Silva, Rubén Darío, José Santos Chocano entre otros poetas de la época (Utrera, 2001).
Sin embargo, no fue sino durante la plenitud de los llamados istmos de vanguardia (ultraísmo, creacionismo y surrealismo) que el verso libre logró su mayor aceptación y desarrollo. Esto debido al espíritu de libertad y ruptura con las formas tradicionales, especialmente, la organización habitual, ritmo tradicional y disposición versal (Diez, 2001; Utrera, 2001).
El verso libre se caracteriza básicamente por el ritmo. Este puede ser de diversas formas. Paz las explica así: En la teoría del verso libre se subrayan cuatro formas rítmicas predominantes: el ritmo sintáctico, el ritmo de pensamiento, el ritmo interior y el ritmo de imágenes acumuladas. Por lo general, se apoyan en las figuras retóricas, en la repetición de elementos sintácticos y en la metáfora.
También sobresalen, en función del ritmo, el lenguaje narrativo y la organización tipográfica al gusto del poeta, aunque el caligrama no figura como estructura versal, sin embargo, se observa a menudo la destrucción del verso y la descomposición de la palabra, causando un efecto arrítmico que hace imposible, en ocasiones, su pronunciación, funcionan por ello como imagen visual, sin negar las posibles significaciones. Dicha libertad creativa, quizá excesiva en algunos casos, provoca reacciones de la crítica fundada en conceptos tradicionales, pero, por otra parte, no es posible detener el impulso creativo de la vanguardia (Paz, 2006: 161).Recapitulando los diferentes tipos de ritmo podemos definirlas de la siguiente manera:
a- Ritmo sintáctico: Suele combinar versos canónicos con versículos, aunque la tendencia rítmica se aproxime a la prosa. Es la base del verso libre.
b- Ritmo de pensamiento: se reconoce por la estructura peculiar, ya que no se trata de cualquier repetición sino de palabras claves y de estructuras oracionales, definiendo así un ritmo sintáctico que orienta el pensamiento hacia un fin, y suele observarse un sentido cíclico del poema.
c- Ritmo interior: se le conoce también con el nombre de ritmo personal. Aquí la emoción se desplaza a través de conexiones sintácticas. Ello supone que las recurrencias se perciben en cadena, impulsadas por la intuición, es decir por conexiones sentimentales que se liberan de los mecanismos de defensa de la conciencia, estableciendo una postura íntima.
El movimiento, por tanto, no es frenado por repeticiones que obliguen a hacer pausas muy marcadas.d- Ritmo de imágenes libres: tiende a la yuxtaposición de imágenes y metáforas sin enlaces sintácticos.
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