martes, 23 de febrero de 2010

PERDIDA-LOS HIJOS NO DESEADOS DE EL SALVADOR- POR ROMEO MOLINA

La vida es un ir perdiendo cosas, un día pierdes un amigo otro día pierdes un gran amor y con el pasar de los años el tiempo deja de ser un adolescente y las voluntades se caen como cristales.

En el atardecer de nuestros días convertimos nuestras vidas en una búsqueda, buscamos el mundo joven que se nos fue de las manos, al amor verdadero que dejamos ir por decisiones estúpidas y nos quedamos con soledades y tristezas.

Perdemos cosas cuando emigramos, en ese camino de ida, no tan largo como el regreso.

Alguien me dijo una vez:
Los que se van son como los que se mueren, con el tiempo olvidamos sus rostros y olvidamos el tono de su voz.

Ante la falta de empleo en países como el nuestro, la gente pierde toda esperanza de sobrevivir y amarra las ganas de quedarse para irse en busca del pan de cada día, mientras van por el camino envolviendo con lágrimas el recuerdo de lo que tanto aman.

Desde el adiós empiezan a perder cosas, el amor se muere en la distancia y solo quedan unos funerales de días antiguos.

Como decía Neruda:
Es tan corto el amor y tan largo el olvido.

La emigración provoca en los chicos una pérdida irreparable de amor, esto, los orilla a un mundo de resentimientos y se convierten en abono para las plagas que extorsionan y matan, ingresan a las grandes filas de las cucarachas sociales.

Estos son los chicos perdidos de los que se fueron.

Como lo mencionan algunos analistas, son hijos reconocidos con partidas de nacimientos por parte de un país que los convirtió primero en víctimas y luego en victimarios.

Son la creación de una sociedad que los obligó a delinquir para vivir y les otorgó títulos como: Indeseables, hijos de puta, perros y lacras entre otros.

Hijos paridos por esta patria y entregados en una bandeja al mundo del crimen.

Ya los males son tan grandes que de nada sirve que el presidente saque a su jauría verde olivo y a sus animales vestidos de azul con fusiles para cazadores furtivos.

Señor Presidente…Como dicen los que saben:

El hambre no se combate con balas y la represión solo engendra más odio y genera mas sangre.

La peste social, no es más que el producto de un embarazo descuidado de la patria, de la paternidad desnaturalizada de un país que se va convirtiendo en un parricida.

Estos al fin, son el producto de una sociedad con linderos, indiferente, insensible y cerrada a crear espacios y alternativas.

Estos que Perdieron el camino, los valores morales, el respeto por la vida y la propiedad ajena, como lo dijera un analista en televisión, son al fin…

Hijos legítimos de esta nación.

Y, mientras no se abran oportunidades seguirán siendo…

Los Hijos no deseados de El Salvador.

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