…y sobre las mierdas que escriben los intelectuales del régimen en las oficinas soleadas donde avituallan su rigurosa desvergüenza… (Cine, Roque Dalton).
Los expertos culturales salvadoreños sostienen que el principal problema de las administraciones de derecha en el transcurso de veinte años, es que no se ha podido construir una única y correcta política cultural en el país, artistas e intelectuales culpan a la administración cultural de ello, la masa solo lo siente. Pero ¿Qué es una política cultural? La entiendo como la totalidad de principios y normas con los cuales el estado dirige su actividad en el cuido, desarrollo y expansión de la cultura, también la propia actividad estatal en la esfera cultural; estas son: posibilidades de carácter administrativo organizacionales, políticas, jurídicas y financieras.
De esta forma los que sostienen que en El Salvador no existe una política cultural se equivocan, debido a que la misión del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte de El Salvador, es la de articular la política cultural a la estrategia del desarrollo de nación; esto a sido proteger, mantener y hacer avanzar, así como la defensa del patrimonio cultural y artístico nacional. Y esto es ya una política cultural.
Entonces, pienso que la discusión no ha estado correctamente enfocada, la discusión debe ser sobre demandar las leyes y principios los cuales están relacionados con los aspectos culturales definitorios, instrumentales y fundamentales de las distintas actividades relacionadas con las funciones de una única política cultural de un estado. Se puede sostener que ha existido y existe una política cultural, pero improvisada y sin base jurídica.
La cultura obtuvo su rango constitucional en El Salvador en el año de 1939, y desde entonces se han venido redactando diferentes constituciones y siempre se ha incluido el derecho “cultura”, que se ha manifestado en la realidad nacional como Ministerio, Dirección y finalmente como Consejo. El actual Consejo Nacional para la Cultura y el Arte de El Salvador, fue creado por decreto Ejecutivo en 1991 y de acuerdo con su texto original de creación es el máximo organismo rector y facilitador de la cultura en el país. Este Consejo tiene la obligación de: Definir, Conducir y Accionar la política cultural de la nación. Tiene para su funcionamiento un presupuesto anual según el Ministerio de Hacienda de 13, 726,115 $, año 2007.
El primer periodo de la institución es de 1991-1994, y tuvo la tarea de unificar todas las direcciones nacionales y recursos existentes en el gobierno y que tuvieran carácter cultural común. A la vez se inicia con el proyecto “cultura de paz”; lo mismo que con la transferencia de fondos a organizaciones no gubernamentales y se comienza a impulsar la participación ciudadana. Es este un periodo en el cual a mi parecer CONCULTURA fue una de las dos instituciones que más reflejaron el espíritu de los acuerdos de paz.
En este momento se pudo lograr un ente cultural completo, pero por razones –para mi- desconocidas se dejo fuera de la administración cultural, a Radio Nacional y la Dirección de Espectáculos Públicos Radio y Televisión, ambas en aquel momento en el Ministerio del Interior, aun hoy en Gobernación. Se perdió la oportunidad de: constituir la industria cultural nacional, es decir Televisión y Radio Nacional, Dirección de Publicaciones, así como la redefinición de la Dirección de Espectáculos Públicos, al dejar de ser entendida como una dependencia del poder político y no como lo que es: una dirección de carácter cultural, al ser la que regula la industria cultural del país; es decir las empresas relacionadas con la actividad cultural ya sea con carácter comercial e industrial y que se dedican a la producción, distribución, publicidad de todos los productos culturales.
Así mismo se dejo en un limbo oscuro la posibilidad de redactar una nueva, moderna y completa ley de medios de masas, derogando de esta manera el desfasado reglamento de Espectáculos Públicos. Es quizá esto la deuda que desde su nacimiento arrastra CONCULTURA.
Esto lo entiendo así, debido a que una de las causas por la que se este redefiniendo de una manera distorsionada y con anti valores nuestra identidad en ruta hacia la tercera ola viene dada de una mal interpretada libertad de expresión emanada desde una descontrolada industria cultural nacional que nos esta llevando al borde de la arrogancia como manera y conductas consumistas en nuestros jóvenes, así como la preponderancia de una creatividad basada en la copia, una cultura de lo fácil, “orden actual de cosas” que en aquel momento no se visualizaron.
El segundo periodo, 1995-1999 se consolido el proyecto de participación ciudadana junto con la reconstrucción nacional al finalizar la guerra civil salvadoreña. Fue una etapa donde se dedico esfuerzo a la construcción de infraestructura cultural.
Este periodo fue de una implementación de un activismo cultural dinámico y agresivo, más propio de la voluntad de quien presidio la administración cultural que de una política cultural, por lo que se siguió adoleciendo de una basada en la legalidad. Es mas, ni siquiera fue algo que se intento debido a la falta de accesibilidad al poder político desde la presidencia de CONCULTURA. Se volvió la cultura y las artes un paisaje de la vida nacional, algo que no molestara y menos pretendiera interferir de manera sistemática en el sector cultura. Quizá no fuera esa la intención, pero es necesario comprender que si bien el artista no debe ser político partidario, incluso administrador, si todas y cada una de las decisiones que afectan al sector cultura pasan por el tamiz político de la conveniencia, analícese las historias del KGB y de la CIA en este tema si se quiere como casos extremos. En cuanto a la segunda carencia, esta claro que quizá solo en muy raras ocasiones los grandes genios de las artes dirigieron la administración cultural.
El tercer periodo 2000-2004 la institución bajo el perfil intervencionista y adopta un rol de facilitador e impulsador de la cultura y las artes nacionales buscando con esto que fuera la misma sociedad la que generara la cultura, entendiéndose con esto que la cultura ocuparía por fin su sitio en el orden estatal y nacional como base del desarrollo. Aquí es básico comprender dos situaciones: la inaccesibilidad del presidente Francisco Flores (desaparece el Festival de la Paz), y el ingreso del país a la OMC.
Es en este momento que la administración cultural salvadoreña decide dejar de ser un rector y facilitador y convertirse en un alentador y promotor de la cultura. Es fácil deducirlo del comportamiento de la institución a partir del año 2000, en el que a la vez entro en vigencia el acuerdo de la Organización Mundial del Comercio (OMC), denominado: Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS), este acuerdo contempla a la cultura como un sector perteneciente al área de servicios, para lo cual deberá garantizarse para este servicio y otros, una liberalización total de la responsabilidad por parte del estado en cuanto proteger al sector cultura, y a la vez garantizar a los proveedores extranjeros de este servicio el acceso efectivo a los mercados nacionales. (Concepto utilizado para todos los bienes y servicios incluidos en el AGCS).
Este mismo acuerdo prevé dos situaciones: la primera, los 151 países miembros pueden definir los sectores que quieren proteger, tales como: salud, educación y cultura con el fin de realizar los objetivos de su política nacional, exenciones del acuerdo que no podrán durar mas de diez años; pero a la vez otorga a estos mismos el derecho de liberalización autónoma; lo que significa que los países miembros podrán acelerar las políticas liberalizadoras propuestas por la OMC.
Todo parece indicar que en el caso de El Salvador, se decidió primero, abandonar desde el 2000 la idea de que el estado es un rector de la política cultural, por que eso lo obligaba a marcar y señalar una serie de medidas para orientar la política cultural nacional es decir leyes en la esfera cultural que regularan y consecuentemente protegieran/subsidiaran la cultura y las artes. Y segundo, prevaleció en los negociadores gubernamentales ante la OMC, el sentido totalizador económico, ya que a la vez se opto por acelerar la liberalización de la intervención estatal de forma unilateral a partir de 2003 con los criterios adoptados por la OMC, en detrimento esta vez de la cultura. Una ley de cultura quedaba así, como una mala palabra.
La exención cultural, surge como una posición francesa frente a la idea de libre comercio de bienes y servicios culturales promovidos por los negociadores estadounidenses con el objetivo de abrir los mercados mundiales a la producción cinematográfica estadounidense. No debe interpretarse esto como una forma deliberada de destruir las culturas de otras naciones, sino como que: desde una posición tecnológica y distributiva superior asegurar el normal y mejor funcionamiento del producto industrial cultural estadounidense.
La defensa cultural francesa es muy sencilla de comprender: El cine es arte, que posee además el componente industrial y económico inherente; la segunda industria más importante para la economía estadounidense después de la fabricación de armas, es el entretenimiento, y aquí entran en juego el cine, la televisión y la música (industria cultural). De esta manera una política unilateral de cualquier país miembro de la OMC de no intervención estatal en materia cultural y artística solo conlleva a la permisión irrestricta en los mercados nacionales de la producción extranjera, que para el caso salvadoreño es estadounidense y mexicana (Dialogo Nacional de la Cultura-Octubre-2007).
El mismo acuerdo AGCS comprende la necesidad de que deberá darse un trato especial a los países en vías de desarrollo, como el caso salvadoreño que no están en condiciones de competir en igualdad de condiciones tanto en calidad y tecnología en mercados internacionales de: cine, televisión y la música. Pero al optar por acelerar unilateralmente las medidas liberalizadoras del AGCS se impuso a la esfera cultural nacional los criterios económicos en boga y con ello se anula cualquier intento nacional de regir con una política desarrollista la cultura y las artes nacionales.
Desde este punto es mas fácil comprender por que CONCULTURA se ha dedicado mas a alentar y promover desde 2004 los mecanismos para que la sociedad (que no fue y no esta preparada) desarrolle la cultura nacional, desentendiéndose la administración estatal cultural de esta función.
¿Será momento de comenzar a poner de moda el termino excepción cultural en el país? Mi opinión es que si.
Desde el 2004 al presente 2009, convergen en la administración algunas variables que nunca antes estuvieron presentes: la institución llegaba a su mayoría de edad; el presidente nombrado por el presidente Saca no solo llegaba desde las filas de ARENA, sino que además era diputado, y escritor de segundo nivel. Esto le daba una capacidad de liderazgo que hasta ese entonces ninguno de sus antecesores gozaron. Pero se ha continuado con la idea de ser facilitador e impulsor. Pensando que dirigir la cultura desde el gobierno no es tarea del estado y que quien así lo demande es ingenuo, ya que es más realista crear los mecanismos que alienten y promuevan la cultura y las artes dejando así que sea la sociedad “como única dueña de la cultura” la que inicie el desarrollo cultural del país.
Al respecto puede hacerse el siguiente análisis: Primero, ¿Es valido transpolar conceptos económicos para la cultura y las artes nacionales? Si. ¿Es una variante pensar que en el sector cultura tal como lo sostienen en economía, el estado es el problema y no la solución? Si. Ahora ¿Es de justicia hacer las mismas intervenciones que los neo-conservadores han realizado en la economía mundial, con una cuasi-nacionalización en grandes y vertebrales empresas? Si, y no reconocerlo cuando menos, no es conservadurismo, es terquedad y soberbia; ya que pretender como en el caso Ruso, liberalizar sin restricciones el mercado y esperar que la población se auto eduque y consecuentemente se auto proteja es abandonar al ciudadano a un capitalismo salvaje y voraz. Es el momento de renunciar ala anti-cultura que nos ha instalado el anti capitalismo.
Sostener entonces la ideologia que sea la sociedad la que desarrolle la cultura y las artes, cuando menos en el caso salvadoreño, no se requiere ser un filosofo de la cultura, para notar que no funciono y que ya no es viable.
En otras consideraciones: se dice que la discriminación puede ser activa o pasiva, es activa cuando se decide matar a alguien por el color de piel. Pasiva cuando se ignora un sector de la población, ¿No es esto lo que se ha venido haciendo con los indígenas en este último tiempo? ¿Es posible que durante esta administración se haya intentado con o sin conocimiento una teocratización de la cultura? ¿Cómo se fracturo ese equilibrio tan cuidado a lo largo de quince años por todas las administraciones anteriores, y se llego al descontento generalizado en el sector cultura del país? ¿Por qué la institución que había venido sumando dependencias, de repente pierde un valioso recurso como canal 10 de televisión? ¿Cómo el habitual saludable descontento del sector cultura se transformo en una visceral critica a la gestión 2004-2009? ¿A qué se debió la notable ausencia de actividad artística cultural para el pueblo en ocasión de la Cumbre Iberoamericana? ¿A que causas se debe que no se ejecute todo el presupuesto anual y que debido a esto, esos fondos sean transferidos de CONCULTURA hacia otros gastos? Y finalmente: ¿Por qué no se presento un plan nacional de cultura fin ultimo de ese maravilloso esfuerzo del dialogo por la cultura?
Seguimos: se han llevado a cabo eventos muy notables como el día nacional de las pupusas, un festival de la canción, y el dialogo nacional por la cultura, congresos de payasos. Valiosos aportes culturales sin duda, pero los cuales a excepción del decreto legislativo en relación al día nacional de las pupusas, para el futuro quedaran las otras a la discrecionalidad de las futuras autoridades de CONCULTURA llevarlas a cabo o no. Incluso a pesar que todos estos aportes son parte de la cultura popular, ¿Por qué no se creo una unidad del artista popular?
No es tampoco valido aquí argumentar todas las mejoras y ampliación a la red de casas de la cultura a nivel nacional, las reconstrucciones o reaperturaciones de distintos espacios culturales cerrados, ya sea por motivo del conflicto armado o por los terremotos, de igual que los apoyos a las ong´s culturales y similares financiaciones a festivales artísticos, ya que esa es la labor lógica de la administración cultural gubernamental, considerar esto como logros de una política cultural particular o agenciarla a una política cultural estatal es ignorar las funciones y obligaciones de un estado moderno.
II El gran ausente en el vocabulario cultural nacional
¿Que es constitucionalismo cultural? Son las disposiciones y declaraciones incluidas en la constitución vigente de un país, sobre la libertad de pensamiento, expresión, y creación así como la relación de un estado con la defensa de los derechos de autor, también los derechos culturales de la persona humana además incluye la defensa del patrimonio cultural nacional.
Esto así se comprende debido que estos derechos se encuentran en la mas alta jerarquía normativa del país. Aquí debemos entenderlo como: las inclusiones constitucionales, creación de leyes o reformas a las vigentes, que no solo garantizan un marco legal cultural sino que igualmente permiten redactar una legislación cultural que sistematiza su actividad procesal.
En El Salvador el constitucionalismo cultural lo encontramos en los artículos: 1, 6, 32, 53, 62, 64, de la Constitución salvadoreña, es necesario repetir aquí, que el concepto “cultura” posee carácter constitucional desde la Constitución de 1939, así como que, la actual y vigente Constitución salvadoreña fue aprobada en medio de una guerra civil por la Asamblea Constituyente el 15 de Diciembre de 1983.
Articulo 1, se refiere a la obligación del estado de asegurarle entre otros a la persona el goce a la cultura.
Entre otros derechos de la persona humana el artículo 6, menciona que: se garantizará a todos la libertad de pensamiento y palabra, siempre que esta no subvierta el orden y la moral establecidos, ni lesione el honor y la vida privada de los demás, así como que nadie puede ser por causa de examen, censura ni caución privado de expresar sus opiniones pero responderá por los delitos que cometa haciendo uso de este derecho. Este artículo se complementa con la idea siguiente:
“Se garantiza la libertad de información en todas sus formas, así como también su independencia al no poder ser estos medios estatizados o nacionalizados por expropiación o bajo ningún otro procedimiento, de igual estas no podrán establecer tarifas distintas o hacer otro tipo de discriminación de carácter político o religioso. “Se garantiza el derecho de respuesta” Y finalmente menciona: “todos los espectáculos públicos serán objetos de censura”.
Sostengo que la competencia del articulo 6, esta referida al derecho cultural, pero debido a la historia política latinoamericana siempre se interpreto como un derecho político ideológico, algunas veces partidario o de seguridad estatal y nunca cultural( ¿Acaso también la cultura no es cuestión de seguridad del estado?), y es sencillamente por este motivo que la cultura no desempeña un rol significativo en la vida nacional, ya que fue, y continua siendo usurpado por la visión errónea antes señalada, error primigenio –no haberlo entendido así- desde la creación de CONCULTURA.
En los siguientes literales pretendo demostrar que el artículo 6 y los derechos allí dados pertenecen a la esfera cultural.
1) En el artículo se menciona a la industria cultural, y este concepto es poco conocido en el lenguaje político, así como en la terminología culturologica nacional; de igual es necesario comprender el estado de guerra civil que se vivía en 1983 y que un primer momento la presente constitución pretendía responder aun momento determinado.
2) Pero luego vino la paz, y si estamos de acuerdo que el artículo esta hablando de la industria cultural, encontraremos la total ausencia de una legislación cultural nacional en este campo, por mencionar algunos ejemplos: legislación cinematográfica o fonográfica.
Huelga decir que CONCULTURA, posee una dirección de publicaciones, que en la realidad tiene el carácter de ley de promoción del libro. El Ministerio de Educación un canal de televisión, los Ministerios de Gobernación y Defensa Nacional una radio, cada uno en frecuencia y amplitud modulada.
3) Cuando el artículo 6 ordena que los espectáculos públicos deberán ser sometidos a censura previa, claramente ordena la redacción de una ley de medios de comunicación, y en relación con esto en El Salvador existe desde 1940 el reglamento de Espectáculos Públicos, Radio y Televisión, y por supuesto en las condiciones actuales –decíamos antes- dicho reglamento es obsoleto.
Aun es posible destacar que, dicho reglamento así como su cumplimiento son competencia del Ministerio de Gobernación, a través de la Dirección de Espectáculos Públicos Radio y Televisión, y no de CONCULTURA, prosiguiéndose con la idea de que la “censura o evaluación” son competencia de un ministerio político y no de materia cultural, de igual forma los demás medios de comunicación como la televisión por cable o telecomunicaciones están bajo la superintendencia de comunicaciones, desentendido totalmente del análisis cultural en sus funciones, ya que solo observa los detalles técnicos.
Finalmente las funciones de la prensa ya sea televisada, radial o escrita no están completamente claras ni entendidas como industria cultural.
4) En este punto es posible entender por un lado que hay una incongruencia jurídica entre el constitucionalismo cultural al que aspira nuestra constitución y la realidad, y por otro lado aunque el estado de El Salvador es propietario de una industria cultural no la organiza como tal; de igual el único reglamento relacionado con esto, esta en un desfase y desorden funcional.
Para demostrar aun mas nuestra posición es posible traer otro ejemplo: como ya hicimos notar la Dirección de Publicaciones de CONCULTURA, así como los otros medios de información del estado que son de carácter cultural, no están de ninguna forma relacionados entre si, entorpeciendo con esta ausencia de relación aun mas el concepto de industria cultural.
Llegados a este punto, ¿Por qué no ha sido posible la unificación en una sola organización para estatal de: Televisión Educativa, Radio Nacional de El Salvador, y la Dirección de Publicaciones? para crear de esta manera la primera y única gran industria cultural nacional, (véase las formas utilizadas en Inglaterra o España). De igual: ¿Por qué no se a planteado el traspaso de las funciones de la Dirección del Espectáculo Público Radio y Televisión del Ministerio de Gobernación a CONCULTURA? Son cuestiones que se nos aparecen como un modelo para armar.
El articulo 32, nos pretende explicar que: “la familia es la base fundamental de la sociedad y es deber del estado protegerla; para esto deberá garantizar la leyes así como crear los organismos y servicios apropiados para la integración, bienestar y desarrollo de esta, -entre otros- de la cultura”, con el objetivo de lograr el desarrollo económico y social de la familia.
En mi opinión, es en este artículo precisamente que claramente nuestra constitución ordena y faculta al poder político crear un marco legal en materia cultural, pero hasta nuestros días ni tan solo un proyecto o iniciativa de ley ha sido presentado para una ley de cultura en la Asamblea Legislativa. Y por eso los expertos salvadoreños en materia cultural sienten la ausencia de una política cultural, por el simple hecho de que no existe un marco cultural legal al cual recurrir.
El articulo 53, se refiere a el derecho a la cultura que es inherente a la persona humana; en consecuencia, es obligación y finalidad primordial del estado su conservación, fomento y difusión. Según criterio de Edwin Harvey jurista argentino, nos encontramos con una confusión en la redacción del artículo; debido a que se puede confundir el derecho personal a la cultura, con los valores (materiales o espirituales) culturales.
El argentino complementa su critica con una comparación de otras constituciones latinoamericanas, en las cuales esta confusión no existe, debido a que hay un referente de donde asistirse para una interpretación clara de a que derecho cultural se esta refiriendo el articulo en mención, en las mismas constituciones.
Yo apoyo esta posición, por que este análisis sostiene mi tesis de que: no existe una coherencia en el constitucionalismo cultural salvadoreño, ocasionando con esto una violación al derecho universal de la persona a los derechos culturales, repercutiendo consecuentemente en una no planificada política cultural de parte de la administración cultural.
Articulo 62, declara: “la lengua oficial de la República de El Salvador es el castellano, y las demás lengua autóctonas serán (como patrimonio histórico cultural) protegidas por el estado”. Existe con la redacción de este artículo una inconformidad por parte de los indígenas salvadoreños en cuanto a que solo se les contempla como cultura material y no espiritual. Algo que podría, sostienen mejorarse con la ratificación por parte del estado del convenio de OIT #160. Discusión que ha venido siendo evadida desde la administración cultural.
Articulo 63, “es obligación del estado garantizar la salvaguarda del patrimonio cultural así como de la riqueza artística, histórica y arqueológica nacional”. Sujetando esta a una ley especial para su conservación. Ley que ya fue redactada durante estos veinte años y esta en vigencia.
Además, quiero llamar la atención sobre este artículo, debido a su referente histórico, ya que su antecedente lo encontramos en la constitución de 1939, año en que fue incluido al rango constitucional el derecho “cultura”. Es este la génesis de lo que podríamos llamar el constitucionalismo cultural salvadoreño. Y si tomamos el espíritu de esta inclusión de 1939, encontraremos la idea de –desarrollo- en el. Con la clara intención de la intervención estatal, para alcanzar este desarrollo cultural nacional.
Pienso, que en el presente momento de la realidad nacional es posible rescatar este espíritu original de la intervención estatal en la esfera cultural, para desarrollar la cultura nacional hacia la independencia total, y no para controlarla por omisión como ha sido la norma los últimos años.
Sostengo que, aprobando una ley cultural permitiría integrar todas las actuales leyes -y su subsiguiente desorden-, así como todas las dependencias relacionadas con la cultura en una sola institución con un objetivo claro de que hacer con el tema cultural.
De igual se resolvería el problema de las responsabilidades e interpretaciones constitucionales y legales en materia cultural las cuales ahora solo son posibles hacer por la Asamblea Legislativa y en caso de que algún interesado lo solicite.
Esta falta de claridad es la que ocasiona una difusa tarea a la administración cultural, y es la causa directa de las carencias que sienten artistas y trabajadores y relaciones de la cultura en el país.
Entendiéndonos que, queremos bajo los ideales de la democracia occidental construir una única y clara política cultural y seriamente pretendemos evitar la frustración cultural nacional, aparece como la oportuna salida la legislación cultural, de esta manera cualquier política cultural que se pretenda o planifique por parte del estado podrá ser efectiva y no mas improvisada; así la política cultural nacional podrá auto desarrollarse y modernizarse con los nuevos valores, conductas, comportamientos de vida de los salvadoreños (ultimo interesados y actores de este proceso) y no correr el peligro de depender de criterios e ideologías políticas.
Finalmente el artículo 64, define ala bandera, escudo e himno nacionales de El Salvador. Delegando en una ley secundaria la regulación de esta materia.
En la primer parágrafo de este articulo, definí que política cultural incluye en si misma como concepto no solo las normas, sino que también principios; de esta manera mi oferta de donde buscar estos postulados emanan de las ideas que aporto el dialogo nacional por la cultura del año 2007, es decir: la tolerancia, la equidad y la concertación con los cuales se quiere rehacer un nuevo concepto de cultura en la vida nacional de El Salvador.
Pero ¿Cómo reestructurar nuevos conceptos culturales? Se deberá comenzar con la transformación de la actual idea patrimonial que sobre cultura poseen los salvadoreños, el cual hace continuada la injusta estructura social del país, ya que esta basada mas en unas tradiciones machistas y en creencias mitológicas; para llevarla hacia una idea educativa de cultura, que tiene como base la razón, conocimiento, religión, la cual ayuda al ser humano a entender los complicados procesos socio-culturales exteriores e interiores, que se están produciendo en esta transformación global que vive el planeta.
Conclusiones
Nos debatimos en la derecha política nacional en una idea única: reorientar el rumbo económico; ¿De cómo lograrlo?, ¿De por qué El Salvador no crece económicamente? Y así esta problemática y sus leyes han ido invadiendo todos los quehaceres públicos, incluyendo la cultura. Una de sus leyes a afectado el quehacer cultural gravemente: (La no intervención estatal); la administración cultural siempre dice lo que no hará, pero no esta claro lo que esta haciendo o vaya a realizar. Esta política de la OMC impulsada desde 1947, que significa incluir en el libre tráfico de bienes y servicios a la cultura ha sido aceptada como dogma agustiniano, sin ningún debate.
Intervenir o no en la cultura y las artes por parte del estado es la pregunta inicial a responder si se quiere establecer una política cultural nacional basada en el desarrollismo; yo sostengo que la intervención no es mala, lo que esta en discusión es que clase de intervención se realizara. Ya organismos como UNESCO, especifican el importante papel del gobierno en la creación de la industria cinematográfica nacional, considerando para ello un desarrollo de políticas activas para la creación de un marco jurídico adecuado, cofinanciado películas y estableciendo un programa de formación de profesionales. Por otro lado el crecimiento económico de 4.5% experimentado por el país el año 2007 fue posible por el apoyo gubernamental timidamente iniciado al sector agrícola en el 2006, política que se había abandonado en los últimos años por impulsar el crecimiento en los servicios.
Entonces, si realizamos una analogía de este postulado hacia la cultura en general la intervención no es mala, introducimos aquí: la exención cultural como una norma traducible a terminología económica: El derecho nacional a mantener y proteger nuestra cultura desligando todos los bienes culturales del concepto de libre trafico de bienes y servicios de la OMC y la forma es una política desarrollista para la cultura nacional, que posea metas y objetivos precisos, y nos parece acertado el concepto de: un tiempo máximo, tal como lo propone el mismo acuerdo de la OMC.
Pero abordemos ejemplos de la teoría económica que defiende la liberalización y no fiscalidad estatal: puedo mencionar dos formas de intervención estatal permitidas; la primera contra los mono, dúo o oligopolios (caso USA); de igual lo relacionado con el equilibrio ecológico duradero, auto-perpetuado, dentro de la tierra, es decir cada vez más hay una conciencia clara de que el libre juego de fuerzas económicas bajo el tradicional sistema liberal no garantiza un sano ambiente ecológico, por lo tanto la tendencia económica actual admite la introducción de medidas en pro del equilibrio ecológico. En mi opinión la cultura posee el mismo rango de la ecología y por lo tanto la intervención estatal debe ser contundente.
Nuestra posición ideológica no esta y no tiene que estar en contradicción con esta practica. La intervención estatal bajo la óptica desarrollista no solo es viable sino también necesaria para nuestra concreta realidad cultural. De allí que tres grandes ejes para construir una política cultural han estado ausentes durante veinte años y es esa, la gran deuda histórica que se hereda al país hoy: una ley de cultura que de creación al Ministerio de Cultura, y una definición de los roles de Deportes y Turismo como una esfera del sector cultura; así como todo un conjunto y fusiones articulado e interdependiente de leyes y reformas políticas y administrativas; también la fundación de un sistema educativo cultural dentro del sistema educativo nacional que abarque desde la educación primaria hasta la superior; de igual consideramos que la venta de los productos comerciales salvadoreños, la tan anhelada mejora de la imagen nacional solo es posible con una diplomacia pública cultural vinculada al turismo y el comercio. Y finalmente la descentralización efectiva y no solo declarativa como hasta hoy a sido la norma de la cultura a otros actores de la vida nacional como la empresa privada (ley de diversidad cultural o de deducción de impuestos por inversiones en el sector cultura); medios de comunicación (convenios para apoyar el nuevo cine salvadoreño y fomento de la lectura); y municipalidades (transferencia a estas de las Casas de la Cultura); que busca comprometer a la sociedad ahora sí tomada en cuenta para que comience su preparación para auto manejar como única dueña, la cultura y el arte nacional entendiendo con este proceso el valor cultura, fortaleciéndolo y conservándolo todos juntos. ¿Hubiesen sido necesarios prometer catorce compromisos al inicio de la gestión 2004-2009, si tan solo se tuviera claridad de objetivo? No. Por que ahora no se estaría ante la necesidad de justificar los incumplimientos. ¿Qué sentido tenian ahora en la campaña del 2009 para el sector cultura los compromisos del candidato Ávila, si no se cumplen por los funcionarios después? Ninguno.
Las ideologías más perversas del recién pasado siglo de la humanidad, Comunismo y Fascismo, pretendieron los primeros, ideologizar el arte y los segundos el esteticismo. En la actualidad esos ídolos ya fueron derribados. Primero por que un artista comprometido le es útil a la política, no al arte, y que frente al natural proceso del arte, durante la creación artística continuamente se suceden nuevas y variadas estéticas. No es bueno, entonces someter a una nueva ideología económica ortodoxa a la cultura nacional.
En El Salvador desdichadamente en muchas partes continuamos viviendo a dos velocidades y una y otra vez, es este el obstáculo del salvadoreño: la ausencia del factor creatividad, esta carencia a instalado en las mentes de los salvadoreños y salvadoreñas, el miedo y le ha dejado el único recurso de la violencia. Hacia la creatividad solo nos conducirá un proceso donde la búsqueda y experimentación -proceso- tan arraigado en las artes; sean impulsados por una clase dirigente responsable y coherente con el objeto patria. Una sociedad más involucrada con su cultura y sus artes se vuelve democrática y ese debe ser nuestra divisa hoy para hacerle frente ala nueva era informacional. Hay que tener necesidad de cultura, sin esta, nunca llegaremos a tenerla.
El autor es culturologo, fue miembro y redactor de la mesa de cultura, Plan de Gobierno ARENA 2009
Bibliografía
Documento: «Dialogo nacional por la cultura», CONCULTURA, San Salvador, 2007.
Constitución Política de la República de El Salvador, Editorial LIS, San Salvador, El Salvador, 2001
www.concultura.gob.sv/institucional
www.mh.gob.sv/presupuestos
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